martes, 23 de agosto de 2016

LA VERDAD DEL SER...



Felizmente NO ESTAMOS OBLIGADOS A SOPORTAR ETERNA­MENTE EL CASTIGO QUE ENCIERRA UN CONCEPTO MAL FORMADO. Somos libres, y si queremos podemos cambiarlo por otro que produzca satisfacciones, premios y bendicio­nes. De la misma forma que se produjo la imagen antigua se produce la nueva; sólo hay que borrar prime­ro la antigua. Hay que desocupar el lugar que estaba para habitarlo con la imagen nueva. Tal como se borra una letra errada o superflua en una palabra escrita, para sustituirla por otra o para eliminarla.
La experiencia ha determinado la técnica a seguir para borrar todo lo indeseable. Es la siguiente: CADA VEZ QUE TE OCURRA ALGO DESAGRADABLE, PIENSA Y LUEGO REPITE EN VOZ ALTA: "NO LO ACEPTO. LO NIEGO. LO RECHAZO". No te alteres, no le pongas énfasis a lo que dices; simple­mente dilo con toda calma.

Con la Fe que debe darte que tu palabra es una orden que tiene que ser cumplida incondicionalmente. Tú no ves el cambio que ocurre en ti en ese momento. Tal vez no veas el resultado inmediato en el exterior, a menos que estés muy atento a las pequeñas señales; pero de acuerdo con el grado de Fe y de convicción que sientas al formular la negativa, así será el resultado. Si tu Fe y convicción son fuertes, el resultado será instan­táneo, como un milagro.
La experiencia nos ha enseñado que no se puede dejar el "hueco" vacío, o medio vacío. Hay que llenar inmediatamente el espacio desocupado. Al termi­nar de expresar la negativa tienes que "afirmar la ver­dad", como se dice en el lenguaje metafísico. "La Ver­dad" es la imagen nueva que ha de grabarse y reproducir el Bien para toda la eternidad. Nos interesa que esta imagen sea lo mejor posible. Que sea la verdad entera y no una semi-verdad. Que constituya la voluntad de Dios, pues Dios es La Verdad y El Bien.
Tal como enseñó Jesús, en el hombre está Dios. En todo hombre hay el Ser Divino. Todo hombre logra verlo, conocerlo y sentirlo algunas veces en el curso de su vida terrena. Es aquel que surge en un padre cuando le presentan su primer hijo recién nacido. Cuando se enamora por primera vez. Cuando se lanza a salvar a otro que está a punto de caer bajo las ruedas de un automóvil. Cuando se compadece ante una desgracia ajena. Cuando se olvida de sí para emprender un acto heroico. En todos esos momentos actúa el Ser Divino. Pasado ese momento priva la conciencia terrena que no es "mala". Sólo escasa de evolución o adormitada. El Ser Divino es la Verdad tuya, mía y de todos. El es perfecto, bello, no envejece, no se enferma, no peca, no muere, no sufre, no lucha, no le falta por aprender, todo lo sabe, no falla jamás, no cambia jamás, no teme, no duda y está atento en todo instante a nuestra más insig­nificante plegaria. Es la Verdad Perfecta. Es Amor, Inteligencia, Vida, Verdad, Alma, Espíritu y Princi­pio, o sea, las Siete Fases de Dios, porque el Ser Divino es Hijo de Dios, una célula de Dios mismo. Esto no es Panteísmo. El hombre no es Dios; así como una gota de agua de mar no es el mar; pero en una sola gota de agua de mar se encuentran todos los componentes del resto del mar. Ella es una célula del mar.
Como nuestra conciencia está adormitada (restringi­da como un botón de rosa que se va abriendo poco a poco), no sabemos determinar exactamente lo que es el Bien y la Verdad. Quisiéramos que alguien nos lo indicara, nos enseñara y nos dictara la imagen que debemos  grabar. Ese "alguien" lo tenemos en el Ser Divino. Jesús dijo:"Conoced la Verdad y ella os hará libres". Todo lo que hay que hacer, al ir a formar una imagen nueva que sustituya la vieja, es recordar al Ser Divino. Simplemente recordarlo... Al instante Él inspira la nueva imagen. Digamos que te sientes resfriado, para seguir el mismo ejemplo original; ya sabes que se debe a la imagen que tienes grabada en el Subconsciente. Ya sabes que ese resfriado es un reflejo. Si no te agrada el resfriado (porque hay personas que gozan con las enfer­medades, las hace sentirse importantes) lo niegas, lo rechazas, no lo aceptas; y luego recuerdas tu Ser Divino. Al transferir tú el pensamiento del resfriado a la Verdad del Ser, se enchufa (tal como una clavija en un tablero telefónico) en la Verdad correspondiente y "ves" la nueva imagen que debes grabar: La imagen opuesta a la enfermedad es la vida. "Yo soy Vida", debes decir en alta voz. "Yo soy la Vida. La vida es salud. La salud es lo opuesto a la enfermedad. La salud es la única verdad". Extiéndete por ese camino hasta donde quie­ras. Recuerda que estás formando una imagen. Mientras más la "veas" mejor para ti. PIENSA LO BUENO.
Esto es muy diferente de la autosugestión, pues ésta sólo consiste en repetir como un loro una frase estereo­tipada, optimista, siempre igual. La autosugestión no logra sino desflorar la superficie, sin penetrar el asunto y sin conocimiento de causa. La Verdad del Ser razona, investiga, resuelve, penetra y destruye la causa; limpia, sana y renueva el Subconsciente, lo fortifica, adelanta al ser humano y le ensancha la conciencia. Es una verdadera cura, segura y radical, es una cura segura para los defectos, los efectos y los "pecados", pues éstos también son reflejos e imágenes grabadas. El tal "peca­do original" verás que no es otra cosa que el concepto, o sea, la imagen que ocasiona el reflejo. Las iglesias creen que es culpa del "Diablo" El Ser Divino vive permanentemente en el ambiente que llamamos "celestial". Es el ambiente del Bien. No lo olvides, pues ésta también es la purísima verdad. Mientras más te identifiques con ese ambiente, más lo reproducirás en tu vida exterior, en tu vida diaria. La sensación que más semejanza tiene con lo que deben sentir los hijos de Dios en Todo momento, es la que sentimos cuando recibimos un magnífico regalo. Cuan­do damos las gracias por un presente que nos llene de satisfacción, sentimos algo que es mezcla de alegría y ternura, ¿no es así? Bien, ese es estado del que mora "en el Cielo", y ese es el carácter del Ser Divino. Cuando se está en ese estado de ánimo, el "mal" se aleja. El no soporta ese clima. No le gusta. No se aviene a su naturaleza. Por lo tanto, el tercer paso que la experien­cia nos ha enseñado a dar, en la práctica de la Verdad del Ser, es el siguiente: Cuando hayas terminado de hacerlo que llama el lenguaje metafísico "un tratamiento" o sea, negar y afirmar, siempre da las gracias a Dios como si ya hubieras recibido el premio. Cierra tu tratamiento con una expresión de inmensa gratitud por el Bien ya recibido. Esta es una manifestación de Fe. San Pablo dijo: "La Fe es la evidencia de las cosas que no se ven ". Y Jesús dijo: "Siempre que ores, cree que recibes, y recibirás".

Este tratamiento está descrito y expuesto en La Bi­blia, por supuesto que en los términos bíblicos, tan simbólicos y encubiertos que ha sido necesario la labor consagrada de expertos en semántica, lingüística, filo­logía clásica y simbología para desentrañar el sentido. La Biblia lo llama "Manases y Efraín", y tiene mucho que decir respecto a estos dos hermanos. Jesús el Cristo lo enseñó en la forma siguiente: "El que quiera alcan­zar la vida eterna, que se niegue a sí mismo y luego me siga a mí".
No quería decir que siguiera al hombre Jesús sino al Cristo. La palabra Cristo viene del griego "Krystós" que significa "el Ungido", o sea, el Hijo de Dios, La Verdad.


 METAFÍSICA 4 EN 1 (vol2)

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