lunes, 22 de agosto de 2016

LA VIBRACIÓN

El diccionario define la palabra "vibración" como un temblor rápido. La mayoría cree que sólo el sonido procede vibración. Todo vibra.
La vibración es medida por su velocidad, o sea, por el número de oscilaciones que ocurren en un segundo de tiempo y la manera de expresarlo es: "Esta vibración tiene una frecuencia de (número)". Es decir, "Esto vibra a tal frecuencia".
Entre los colores, el blanco, que es la reunión de todos los colores vistos en la luz, es el que vibra a más alta frecuencia. El negro es también la reunión de todos los colores, pero vistos a la sombra; y tiene la frecuencia más baja de todas, o sea cero frecuencia, para nuestro entender.
Los pensamientos emiten vibraciones que parten en todas direcciones, tal como las ondas que se forman en el agua cuando a ésta le cae una piedra y tiene color. Los pensamientos negativos son sombríos y por lo tanto vibran a bajas frecuencias. La gente los llama "pensa­mientos negros", con razón. Los pensamientos positi­vos son luminosos, y a medida que se acercan a la Verdad, van siendo más y más luminosos, hasta que llegan a ser radiantes cuando expresan la Verdad Abso­luta que es Dios.
Las altas frecuencias dominan a las bajas frecuen­cias. Los pensamientos de alta Verdad disuelven los pensamientos sombríos, bajos, falsos, actuando como una carga de dinamita en una roca. Esto te hará ver lo que ocurre cuando tú opones el pensamiento y la palabra de la Verdad, a un cúmulo de cristalizaciones sombrías, y por eso te dije que bastaba con el deseo sentido para comenzar a deshacer las cristalizaciones acumuladas en el Subconsciente.
Las personas que tienen la videncia desarrollada (todos tenemos esa facultad, pero la mayoría no la ha desarrollado) conocen los pensamientos por su color y como saben el resultado exterior de cada tipo de pensa­miento pueden predecir el futuro. Ven claramente el producto inevitable de cada persona.
Los pensamientos de amor y buena voluntad son color de rosa iridiscente. El de la pasión sexual es rojo encendido. El color de los pensamientos de vida es amarillo. El de la inteligencia es lo que llaman hoy chartreuse, muy luminoso. Los de misticismo son color violeta iridiscente y profundo. Cuando hay negatividad mezclada con estos colores, el tono se vuelve sucio. Por ejemplo, en la persona cuya inteligencia está aún sin desarrollar, o embrutecida, el color es de la mostaza. La pasión sexual, cuando no es comprendida y está guiada únicamente por el instinto animal, es marrón rojizo.
Las vibraciones mentales forman un aura de forma ovoide alrededor del cuerpo, y en esa aura se ve toda la composición de colores que emanan del pensamiento individual. El Subconsciente limpio, positivo, produce un aura luminosa, multicolor, como el oriente de la perla. Como las altas frecuencias dominan a las bajas, ningún pensamiento negativo que viene de afuera puede penetrar en un aura y un ambiente positivo. Para que pudieran penetrar en la mente de un individuo, éste se tendría que poner "a tono" con ellos, o sea, que tendría que ponerse a pensar en forma negativa.
La Ley de Atracción es inmutable. Ella ordena que todo atraiga su igual. Las imágenes que están grabadas en el Subconsciente, atraen irremisiblemente todo lo de su misma clase y repelen todo lo que no sea afín a ellas. Por eso es que si el concepto del individuo es bueno, no se ve sino el Bien. Como no puede atraer lo que no es igual a su concepto, no puede acercársele nada malo; y a la inversa. El individuo que está lleno de conceptos errados no le ocurren sino cosas malas, porque no le es posible atraer otra cosa. Esa es la explicación del llama­do "contagio del pánico".
¿No has notado que cuando te entregas a meditar o darle vueltas a tu cabeza a algún incidente, digamos una malacrianza que se te ha hecho, o una ofensa, como te va aumentando la indignación y el resentimiento? ¿Com­prendes ahora que atraes todos los pensamientos iguales y que éstos vienen a aumentar el volumen de los tuyos? El que ya conoce esta ley, no se permita jamás el lujo de entretener en su mente una sola idea desagradable. Al pensarla la rechaza, la compara con la Verdad del Ser y piensa inmediatamente en algo bueno. Espero que te habrás dado cuenta de la necesidad de mantenerse risue­ño, viviendo en el clima celestial. PIENSA LO BUE­NO Y SE TE DARÁ.
Debido a esta Ley de la Atracción, al salir un pensa­miento de la mente busca a sus semejantes y se junta con ellos. Hay en la atmósfera grandes masas como nubes de pensamientos. Si el concepto colectivo de una ciudad es pesimista, las nubes son gris oscuro. Planean sobre la ciudad, rodean a los habitantes, acuden a donde sean atraídas, mantienen a toda la población en su mismo concepto, y a esto se debe el "carácter" de las diferentes nacionalidades y razas. ¿No te ha ocurrido entrar en una casa y sentir el ambiente pesado o alegre golpearte al entrar? ¿Has notado el ambiente mortuorio o triste de un entierro? ¿Has sentido el ánimo oprimido al pasearte por una casa vacía, sin comprender el porqué? No hace mucho yo acompañaba a una amiga en la búsqueda de un apartamento. Al entrar en uno de aspecto muy bonito, muy elegante, y al parecer muy convincente, ambas tuvimos una sensación muy desagradable y lo comenta­mos. Al día siguiente fuimos informadas que allí había ocurrido una serie de tragedias.
Las personas de mente positiva aligeran el ambiente, las masas negras huyen lejos para luego regresar cuando ya no está presente quien las perturbe. Si un metafísico entrenado entra en contacto con semejante ambiente, deja un beneficio duradero, porque su sola presencia destruye la obscuridad, de la misma forma como se disipa la noche cuando se enciende una luz. ¿Para dónde se va la obscuridad cuando sale el sol? Para ninguna parte, se convierte en luz.
La persona que ya ha logrado transformar sus con­ceptos, que ya ha formado el hábito de consultar y conectar todo con el Ser Divino, tiene el poder de destruir las cristalizaciones ajenas con sólo "pensar la Verdad" frente a los males que en ocurrir en otros. Esta es la explicación de las curas y milagros de Jesús.
El Mandamiento de "Amar al prójimo como a uno mismo" no significa que estamos obligados a sentir afecto. "Perdona a tus enemigos". "Haz el bien a aquellos que te persiguen y te odian", "Vuelve la otra mejilla". Todo esto significa que al mirar entrar el mal en otro, debemos pensar en su Ser Divino y declarar la verdad. Simple, sencillo y fácil. No hay modo más práctico de disolver el resentimiento que tengamos. Muchas veces oímos exclamar: "¡Yo perdono pero no puedo olvidar!" Si tú eres de éstos, ensaya lo que te he dicho. No tienes necesidad de dirigirte a la persona que te ofende. No tienes para qué mirarla. Será mucho mejor que no la mires, porque no podrías apartar el pensa­miento de lo que te ha hecho. Simplemente piensa en el Ser Divino tuyo, ya que es uno mismo en todos. Dirígete a éste y al instante sabrás cuál es el "tratamiento" que debes dar; o sea, que te vendrá a la mente el aspecto de la Verdad que debes invocar. Contra el odio y la inarmonía. El Amor. Contra la enfermedad y la amenaza de muerte. La Vida. Contra la estupidez, la inteligencia. Contra el desorden. El Principio. Contra las barreras absurdas, las fronteras arbitrarías, las prohibiciones "legales" sin lógica, de las cuales te citaré algunas para que vayas aprendiendo a emplear bien la Verdad: incon­venientes de pasaportes, retardos de entregas de docu­mentos, molestias de tránsito, papeleo burocrático, in­consistencias policiales y gubernamentales... contra todo esto. Espíritu. Dios es Espíritu. ¿Quién detiene, atrasa, retarda, impide, prohibe u opone barreras absurdas a Dios? ¿Que cosa impide pasar al Espíritu?
Todo esto es la Verdad. El pensamiento que se torna a la Verdad vibra a la más alta de las frecuencias y ninguna otra frecuencia menor la puede dominar. Sólo hay un peligro permitir que se mezcle la impaciencia o la ira con un pensamiento de la Verdad. Todo trabajo espiritual tiene que ser hecho con calma. Mi maestro exigía aún más. Recomendaba que todo trabajo espiri­tual fuera hecho "como quien pinta un cuadro sobre una tela de araña". Esto se debe a que las vibraciones del pensamiento espiritual son de tan altísimas frecuencias y de un poder tan grande, que hay que manejarlas con gran delicadeza.
La Vibración es la Tercera Ley de la Creación.

No hay comentarios:

Publicar un comentario