viernes, 15 de julio de 2016

La verdadera gratitud no es sólo decir gracias. Es agradecer con el corazón.


Gratitud: Una de las virtudes más hermosas del ser humano.

La levedad que el sentimiento de gratitud ofrece es incomparable. Hace fluir en nuestro ser el amor incondicional por todo, por todas las creaciones Divinas.

Ser agradecido es, seguramente, uno de los mayores termómetros de la calidad humana.
Se atribuye a Cicerón esta hermosa máxima:
 “la gratitud no es solo es la más grande de las virtudes, sino la madre de todas las demás”. 

Un proverbio chino, cuyo propósito es resaltar el deber de ser agradecidos, reza:
 "Cuando bebas agua, recuerda la fuente". La gratitud es una de las virtudes más hermosas del ser humano. No existe libro sagrado que no destaque su nobleza: la Biblia, el Corán y los textos judíos y budistas, por solo mencionar algunos.
Si algo sostienen en común esas escrituras, es la necesidad de agradecer siempre a la naturaleza, a nuestros semejantes y, fundamentalmente, a Dios, por todo lo que recibimos a diario. Pero, sobre todas las cosas, por la vida. 

El hábito de ser agradecido contigo mismo y con quien eres, no sólo te hace más feliz, sino que también contribuye con tu autoestima. 

¡Solo vivir es motivo para agradecer!.


Cuando sentimos gratitud rompemos con el pasado porque ya no hay resentimiento, disgusto, remordimiento, melancolía o culpa. Rompemos también con el futuro, porque no hay de qué preocuparse, tener miedo o querer controlar el futuro. Nos entregamos a la vida, al aquí y ahora.

Abrirte a la gratitud te permite unificarte con la conciencia de abundancia. Recuerdas que eres un Ser afortunado y bendecido cada vez que te detienes un instante y simplemente agradeces por tu vida y por todo lo que hay en ella.

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